Hay estudios recientes que han demostrado que algunas bacterias intestinales están fuera de control para las personas con enfermedades autoinmunes.

Pero todavía falta un consenso científico sólido sobre qué alimentos u otros factores llevan a esta situación. Por esa razón, había estado esperando hasta que hubiera más evidencia antes de realizar cambios importantes en mi dieta. Hasta que…

Salud intestinal y dolor en las articulaciones: ¿Qué tienen en común?

Hace unos meses, de manera bastante inesperada, descubrí una relación entre lo que sucede en mi intestino y mis síntomas de artritis reumatoide. Por razones que están fuera de mi alcance, mi sistema se vació por completo. Estaba tan limpio que pareciera que me estaba preparando para una colonoscopia.

Y sorprendentemente, mis articulaciones de repente se sintieron mucho mejor. Tanto es así que dejé de tomar mi AINE por primera vez en muchos años (también tomo un DMARD). Cuando comencé a comer de nuevo, me concentré en comer más alimentos antiinflamatorios (verduras, pescado y todo eso), aunque no eliminé nada por completo.

Continué haciendo lo mismo por varias semanas. Luego, después de un par de semanas, mis síntomas reaparecieron. “Si hubiera algún tipo de relación entre mi intestino y mi condición,” pensé, “¿por qué no tratar de averiguar si es posible modificar mi intestino para mejorar mis síntomas?”

Consideré brevemente en hacerme algunas pruebas para detectar los tipos de bacterias en mi intestino. Pero la ciencia aún no tiene muchas pruebas con respecto a los desequilibrios de la flora intestinal asociados con mi cóndicion. Además, esas pruebas pueden ser caras.

Dietas de eliminación para la artritis

Decidí estudiar las dietas de eliminación. Estos planes requieren que limites estrictamente los tipos de alimentos que comes durante un período de tiempo (generalmente al menos un mes) y luego reintroduzcas los alimentos mientras observas una reacción. Algunas páginas de internet sugieren probar una dieta de eliminación para ver si puedes identificar los alimentos problemáticos que contribuyen a la inflamación; otras están en contra de ellas.

Pensé que al menos podría probarlo durante un par de semanas y luego volver a evaluar la situación. Ese breve período de tiempo, me daría una idea de lo que realmente es comprometerse con las restricciones de una dieta de eliminación y sería lo suficientemente seguro sin tener que consultar a un médico de antemano.

La idea también me ayudaría a analizarlo por el lado científico. Me encantó la idea de configurar un experimento cuidadosamente controlado y luego cambiar algunas variables para ver si había algún tipo de efecto. Al menos, me encanto teóricamente.

¿Cómo escoger una dieta de eliminación?

Existen varias dietas de eliminación potencialmente adecuadas para elegir. Todas son altamente restrictivas al principio. La que más me interesó debido a la gran cantidad de información disponible en línea fue la dieta AIP (protocolo autoinmune).

AIP es una versión más restrictiva de la dieta paleo. Me preparé para la realidad de que no podía comer ningún alimento que contuviera tomates, papas, berenjenas, pimientos, lácteos, legumbres, azúcar, semillas, nuez moscada, chile en polvo, soya, huevos, café, alcohol o granos de cualquier tipo. También tuve que renunciar a todos los espesantes, emulsionantes, estabilizantes o conservantes de alimentos que se esconden en alimentos preparados o procesados.

Las partes más difíciles para mí serían eliminar los productos lácteos, el pan, la pasta, los tomates y el azúcar. Así que, naturalmente, la noche antes de comenzar mi dieta de prueba, tomé vino y lo acompañe con queso y galletas, seguido de pasta con salsa roja, ¡y al final me comí un helado!

Semana 1 en la dieta AIP: aprendiendo lo básico

La dieta en sí comenzó un poco mal. En los días uno y dos tuve dolores de estómago después de comer desayunos con mucha carne. Para el tercer día, tuve un ataque nervioso al intentar almorzar en un restaurante. Pensé que había encontrado una especie de lugar donde puedes preparar tu propio tazón de comida, pero me di cuenta de que ninguna de las opciones de proteínas era buenas para mí, ya sea porque estaban marinadas o contenían soya. Termine comiendo lechuga, aguacate y cebolla como almuerzo.

Durante el resto de esa tarde, realmente quería romper la dieta de eliminación. Era demasiado limitante. Tenía demasiada hambre. Pero luego me recordé a mí misma que quería realizar este experimento por un poco más de tiempo.

Cuando llegué a mi casa, abrí el refrigerador, agarré un pollo y comencé a comérmelo como una loba voraz.

Además de los dolores de estómago, también experimenté un dolor de cabeza implacable durante la mayor parte de la primera semana. Aparentemente, estos síntomas no son raros, ya que tu sistema se adapta al nuevo régimen.

Después de eso, todo mejoró. Las cenas (cocinadas por mí, en casa) eran deliciosas y, con frecuencia, eran superiores a las de mi dieta anterior a esta dieta. Sin embargo, obtener esos resultados consumía mucho tiempo. Era como cocinar cuando estás de vacaciones. Casi todo tenía que ser cocido en casa para ser compatible con AIP. El caldo de pollo enlatado fue rechazado por varias razones, incluyendo el hecho de que puede tener papas en sus “saborizantes naturales”. Cualquier leche de coco que pudiera encontrar tenía goma guar, conservantes y/o azúcar.

Las verduras frescas comenzaron a tomar control de mi refrigerador. No se echó a perder ni una sola verdura durante este tiempo, incluyendo las bolsas gigantes de zanahorias de Costco (la sopa de calabaza con zanahoria y jengibre de verdad me encanto; consulta la receta al final de este artículo).

Cocine por partes. Hice espagueti de calabacita y arroz de coliflor. Le pedí ayuda a mi esposo y con el procesador de alimentos cortamos y picamos los ingredientes. Al final de la primera semana, me di cuenta de que me estaba acostumbrando a la dieta cuando decidí guardar una receta de coliflor con avena. Una semana antes hubiera sonado completamente repugnante.

Semana 2 en la dieta AIP: surgen inquietudes

En la segunda semana de mi prueba de dos semanas, comencé a tener algunas preocupaciones. Las carnes orgánicas que fueron alimentadas con pasto, algo muy importante en la dieta AIP, se escasearon en mi área. Cuando estuvieron disponibles de nuevo, las vendían muy caras, al igual que las harinas permitidas, bocadillos y otros artículos especiales como rollitos de coco, los cuales logré encontrar en la tienda de alimentos saludables.

También me di cuenta de que la fase de reintroducción de la dieta AIP no espera que deje de comer muchos de mis productos favoritos por siempre, incluyendo los cereales que contienen gluten.

Las preocupaciones continuaron. Me pregunte si, de alguna manera, me causaría tener problemas con ciertos alimentos al evitarlos, los cuales solía comer regularmente. Existe cierta evidencia de que esto puede ocurrir con los productos lácteos porque las bacterias y enzimas específicas en tu intestino disminuyen durante el período de eliminación.

¿Podría crear una deficiencia de yodo usando solo sal de mar en lugar de sal de mesa yodada? ¿Podría estar subiendo inadvertidamente mi colesterol con el aumento del consumo de carne? ¿Podría cambiar permanentemente mi sentido del gusto? ¿Sería capaz de detectar realmente si estaba teniendo una reacción cuando volviera a introducir un alimento?

Por lo que pude ver en las publicaciones de las redes sociales, los signos de una reacción a veces eran sutiles, inconsistentes y retrasados, lo que potencialmente hacía que la fase de eliminación se prolongara durante muchos meses sin proporcionar las pistas obvias que buscaba.

Y especialmente me preocupaba el hecho de que comiera alimentos durante la fase de eliminación que nunca había comido antes (especialmente la tapioca) estaba potencialmente arruinando el diseño experimental al introducir una variable de confusión.

Para cuando mi prueba de dos semanas terminó, estaba lista para tomar un descanso y volver a evaluar cómo debería continuar. Reintroduje granos, nueces y productos lácteos durante un par de semanas, mientras seguía devorando montones de verduras frescas y manteniendo los alimentos procesados ​​a la distancia.

Evaluando la dieta AIP: yendo en la dirección correcta

En este punto, mi “intuición” me está diciendo que buscara un enfoque de alimentación más saludable antes de decidir volver a hacer una dieta de eliminación.

Me resultó muy difícil mantener todas las restricciones durante un corto período de tiempo; administrar un período de eliminación más largo seguido de una fase de reintroducción de muchos meses simplemente se volvió demasiado difícil de considerar. Mientras que amaba la integridad científica del concepto de dieta de eliminación, también quería carbohidratos.

Dicho todo esto, la experiencia fue positiva en general. Me cambió en algunas formas fundamentales que me han puesto en el camino hacia una alimentación más saludable que espero que mejore mi salud intestinal y articular a largo plazo:

  1. AIP cambió el equilibrio de lo que como: alimentos mucho más frescos, mucho menos procesados. Si bien no he eliminado nada por completo, ahora me pongo a pensar dos veces antes de comer algo que podría afectarme. Además, resistir la tentación es más fácil. Después de estar tan severamente restringida, no poder comer una galleta no es la gran cosa. (Aunque si son galletas caseras, tal vez no pueda resistirme.)
  2. Presto más atención a cómo me siento después de comer, y en particular, cuáles podrían ser los precursores del aumento del dolor. Me di cuenta de que a veces tengo los dedos hinchados después de comer ciertos alimentos.
  3. Soy mucho más consciente de que tan presentes están los aditivos en los alimentos. De hecho, lo que muchas dietas antiinflamatorias tienen en común es la dependencia de alimentos enteros, sin procesar. Investigaciones recientes revelaron un vínculo posible entre los emulsionantes dietéticos y la inflamación. Tal vez simplemente reducir los alimentos procesados, sin evitar grupos de alimentos específicos.

Finalmente, quiero felicitar a aquellos que han resuelto su propio rompecabezas de comida personal y han mejorado su salud. Claramente, hay muchas personas con enfermedades autoinmunes que han descubierto metódicamente lo que pueden y no pueden comer y se han beneficiado enormemente de la experiencia. Algunos dicen que han reducido o eliminado sus medicamentos, al menos por un tiempo. Si bien definitivamente no recomendaría suspender ningún medicamento sin consultar a un profesional médico, felicito a las personas que han hecho cambios positivos en su salud a través de la dieta. Con su inspiración (y excelentes recetas), seguiré trabajando para hacer mis propios cambios.

Y, con suerte, dentro de poco tiempo, nuestras experiencias colectivas permitirán a la ciencia descifrar el vínculo de la autoinmunidad y nos ayudará a saber qué comer (y evitar) para sentirnos bien.

[Nota: CreakyJoints Español le conseja a todas las personas con artritis inflamatoria a hablar con un reumatólogo para encontrar el plan de tratamiento adecuado para ellos. Estas enfermedades aún pueden causar daños en las articulaciones, los huesos y los órganos, incluso si algunos síntomas mejoran debido a los cambios en la dieta. Los medicamentos recetados a menudo son la base del tratamiento debido a la fuerte evidencia que respalda su éxito.]

Receta de dieta AIP: Sopa de zanahoria, jengibre y calabaza moscada

Esta sopa es cremosa y deliciosa, y huele divina mientras se cocina. Las medidas son aproximadas. Ajústalas a tu gusto e ingredientes disponibles. Para 4-6 personas.

  • 2-3 cucharadas de aceite de oliva o aguacate
  • 2 dientes de ajo, picados
  • Media cebolla grande, picada.
  • 4-6 cucharadas de jengibre fresco rallado, dividido en dos (puede agregar más si lo deseas)
  • 1/2 cucharadita de canela molida
  • 1/4 cucharadita de nuez moscada molida (omitir para la fase de eliminación de AIP)
  • 1 cucharadita de sal
  • La mitad de una calabaza moscada, pelada y en cubos (se puede pre cocinar en el horno hasta que sea fácil de cortar, aproximadamente 15-20 minutos a 400°F)
  • 4 tazas de zanahorias picadas
  • 4 tazas de caldo de pollo, hecho en casa es mejor si es posible, para evitar aditivos
  • 1 cucharada de vinagre de manzana
  • Cilantro picado
  • Sal y pimienta al gusto

 

Calentar brevemente el aceite en una olla de sopa. Agrega el ajo, la cebolla y la mitad del jengibre y cocina durante 1-2 minutos a fuego medio-bajo hasta que las cebollas se ablanden (sin dorar el ajo). Agrega la canela, la nuez moscada y la sal, y continúa cocinando por 1 minuto. Agrega las zanahorias picadas y los cubitos de calabaza y cocina durante otros 3-4 minutos. Agrega el caldo y el vinagre de manzana y deja hervir, luego reduce el fuego y cocina a fuego lento durante unos 20 minutos o hasta que las verduras estén blandas.

Retira la olla del fuego y deja enfriar un poco. Con cuidado, transfiere la sopa tibia a la licuadora (hazla por partes si es necesario) y mezcla hasta que esté suave. En una olla para sopa o en una sartén separada, cocina brevemente el jengibre restante y luego mézclalo con la sopa que ha sido devuelta a la olla. Calienta la sopa de nuevo a fuego lento mientras revuelves. Agrega cualquier sal adicional y pimienta si lo deseas. Decora con cilantro picado. (Las opciones sabrosas de decoración, que no son parte de la dieta de eliminación AIP, son la crema agria y cacahuates picados).