Supe desde el principio que mi destino en la vida era crear. Mi tatarabuela por parte de madre era una artista de vodevil en Londres y Nueva York. Mi bisabuela por parte de madre me transmitió un gran amor por la narración. Ella me enseñó el poder de la escritura y las palabras. Le envié notas de agradecimiento en forma de poemas e historias. No me cansaba del lenguaje, de crear mundos en la página, de dar a luz imágenes.
Durante los próximos 40 años, el teatro, la danza y las palabras escritas serían mi propósito en la vida. Nací para ser artista.
Definición del Arte
He vivido un estilo de vida de artista durante más de 40 años, pero no es necesario ser artista para crear o participar en el arte. La palabra “arte” intimida a muchos porque tiende a evocar imágenes improbables de artistas pasando días en la playa con un gran lienzo enfrente de ellos; escritores que pasan el rato en los cafés de París con un cuaderno y un Martini; escultores tallando su próxima obra maestra en magníficos estudios con ventanas del piso al techo; una glamurosa bailarina pavoneándose por el escenario. Aunque algunos artistas pueden vivir este estilo de vida muy romántico, la mayoría de nosotros no lo hacemos. Esta visión idealista del arte presenta un estándar desalentador que la mayoría de nosotros sentimos que no podemos alcanzar.
La palabra arte tiene muchas encarnaciones y muchas definiciones, pero la definición que más me atrae es modesta y práctica: es la expresión de uno mismo.
El arte fue mi sanador mucho antes de que yo necesitara ser sanada. Actuar en el escenario siempre me animó y me enriqueció. Me llenó de alegría y me dio confianza de que podía lograr cualquier cosa. Participar en mi arte aumentó mis endorfinas y disminuyó el dolor, particularmente en el teatro y la danza donde dominaba el aspecto físico.
Me perdí en mi arte: me desprendió de mí misma, me dio un descanso de la realidad y me brindó una nueva perspectiva de mi vida. Me dio un motivo para celebrar, y celebrar las pequeñas victorias es muy importante, especialmente en una vida con una enfermedad crónica .
El Arte es Fisioterapia
Cuando me diagnosticaron artritis reumatoide (AR), mi vida física y emocional cambió. Ya no podía ejecutar esas difíciles posiciones de baile y la energía requerida para los ensayos y la actuación en el teatro disminuyó lentamente. Perdí mi flexibilidad física y mi fuerza debido a la inflamación; sin embargo, mi cerebro estaba tan agudo como siempre.
Todavía podía memorizar líneas en un día, pero a veces mi cuerpo estaba demasiado agotado para obedecer. Y aunque la artritis reumatoide puso fin a ciertas partes de mi vida artística, no la terminó. Simplemente me obligó a encontrar otra forma de expresarme, así que volví a escribir de nuevo historias y las palabras que tanto amaba.
La artritis reumatoide se convirtió en mi musa tanto como en mi adversario. Encontré consuelo en compartir mi experiencia a través de la palabra escrita. Descubrí cosas sobre mí que tal vez siempre supe pero que no podía ver. Escribí para escapar, compartir, conectar y sanar. Las palabras fueron vitales para ayudarme a alcanzar mis metas. Escribiéndolas y viéndolas en la página, pude hacerlas realidad.
Una de las muchas herramientas que usamos para la artritis reumatoide es la distracción. El arte es una poderosa distracción para mí. Es parte de mi fisioterapia. Flexiona mis músculos emocionales tanto como los físicos. Me obliga a apreciar la belleza cuando más la necesito. Me distrae de mis problemas y me permite ver mi vida a través de una lente diferente. La creatividad amplía los límites creados a partir de mi enfermedad.
El arte es personal: no importa si eres bueno o si alguien lo ve, solo importa que lo disfrutes. Es para ti, y como viene de ti, su poder es incomparable. Todos tenemos algo hermoso para compartir.
El arte puede ser social: reduce el estrés y une a una comunidad. Te permite expresarte de diversas maneras. Te da curiosidad, involucra tu cerebro. Extrae el enfoque de nuestro cuerpo físico y nos muestra lo que es posible.
El arte, como la fisioterapia, a veces puede ser doloroso y desafiante, pero al igual que la fisioterapia, una vez que superas el bloqueo, puede ser gratificante. Es productivo y nos da una sensación de logro. Es una agradable distracción de la vida real. Cualquier cosa que te traiga alegría tiene un poco de poder para sanar.
La abogacía, como la escritura, es una forma de arte. Compartir nuestras palabras y experiencias es terapéutico. Nos empodera y nos da propósito. Amplía nuestro mundo al conectarnos con otros que comparten los mismos desafíos. Nos libera del anonimato, nos da un nombre, un rostro, y nos hace visibles.
Una Vida Ingeniosa
Todos pueden participar en una forma de arte que funcione para ellos. La fotografía, álbumes de recortes, diarios, pintura, música, narración de cuentos, poesía son solo algunos de los ejemplos más comunes de autoexpresión e inventiva. El aumento de la popularidad de los libros para colorear para adultos nos dice mucho sobre la necesidad de diversión creativa. Ya sea que escuches música o la crees, leas una historia o escribas una, pintes un cuadro o simplemente te pierdas en uno, despierta una respuesta fisiológica que puede ayudarnos a enfrentar un mundo caprichoso.
La imaginación y creatividad son la base subyacente de vivir con una enfermedad crónica. Nos da la flexibilidad y habilidad para adaptarnos a una vida en constante cambio. Y ya sea que seamos conscientes de ello o no, lo hacemos todos los días.
Hay tantas maneras de participar en una vida artística con una enfermedad crónica, pequeñas alegrías en las que podemos disfrutar. El arte está a nuestro alrededor. Los cerezos floreciendo ruborizados bajo un cielo azul primaveral son poesía; las olas espumosas que tocan la orilla son música; una puesta de sol color cereza en un caluroso día de verano es una pintura. Cualquier cosa que sea significativa o atractiva, y que despierte una respuesta dentro de nosotros, es arte.
No es para todos, todos tenemos nuestros propios métodos de afrontamiento, pero mi vida creativa me sostiene y me ayuda a controlar una vida con una enfermedad crónica. Ya no me pongo zapatillas de ballet, pero sigo adornando el escenario de vez en cuando o ayudando a los demás. Y cuando no puedo, hay tantas opciones para saciar mi sed creativa y ayudarme a escapar de la carga de la enfermedad por un tiempo.