El COVID-19 puede ser principalmente una enfermedad respiratoria, pero está claro que el virus puede llegar a atacar diferentes órganos además de los pulmones. En algunos casos, el resto del cuerpo, incluyendo el cerebro y casi todas las demás partes del sistema nervioso central, también pueden verse afectadas. Las consecuencias neurológicas, que pueden ocurrir sin otros síntomas comunes del COVID-19 como fiebre o escalofríos, tos, fatiga y dificultad para respirar, son bastante amplias y van desde las más graves (inflamación del cerebro y parálisis) hasta las menos graves (dolor de cabeza o pérdida temporal del olfato y gusto).
Los efectos del COVID-19 en el cerebro y sistema nervioso parecen bastante comunes, aunque los números varían ampliamente.
Las estimaciones de muchos expertos indican que al menos la mitad, y posiblemente hasta el 80 por ciento de los pacientes atendidos en las unidades del COVID de los hospitales tienen síntomas neurológicos. Y un estudio reciente publicado en la revista Neurology muestra que su presencia puede indicar un curso más grave de la enfermedad, incluso cuando los problemas pulmonares no son graves. Por ejemplo, en comparación con un grupo controlado, los pacientes con derrame cerebral tenían el doble de probabilidades de morir (49 por ciento frente a 24 por ciento) y aquellos con sintomas de sentir confusión también tenían un riesgo significativamente mayor de muerte (40 por ciento frente a 33 por ciento).
No es necesario tener un caso grave del COVID-19 para experimentar síntomas neurológicos. Los problemas neurológicos tampoco parecen discriminar a las personas por edad. Un estudio reportó que casi la mitad de las personas que tenían un “estado mental alterado” eran menores de 60 años.
Síntomas del COVID-19 en el cerebro y sistema nervioso
El COVID-19 tiene una serie de manifestaciones neurológicas, pero algunas “son sumamente las más comunes”, dice la neuróloga Dra. Deena Kuruvilla, MD, coautora de un artículo de revisión reciente publicado en JAMA Neurology cuando era profesora asistente de neurología en la Escuela de Medicina de Yale. Afortunadamente, son los menos graves de los que pueden ocurrir.
Pérdida del sentido del olfato (anosmia) y del gusto (ageusia)
Esta “disfunción olfativa” es a menudo el primer síntoma, y a veces el único, que experimentan las personas infectadas con el COVID-19. Un estudio publicado en enero en el Journal of Internal Medicine encontró que el 86 por ciento de los pacientes con casos leves del COVID experimentaron perdida de su sentido del gusto y olfato. Estos síntomas son más frecuentes en los casos leves que en las formas moderadas a críticas, según los investigadores. Con tiempo, la mayoría de las personas recuperan completamente su sentido del olfato y gusto.
Dolor de cabeza
En una serie de casos reciente de personas con el COVID-19, el dolor de cabeza fue una queja predominante (junto con fiebre, tos, dolor de garganta y dificultad para respirar). “La prevalencia varía en diferentes reportes, pero el dolor de cabeza puede afectar hasta a un tercio de los pacientes diagnosticados”, dice la Dra. Kuruvilla, quien actualmente es el Director Médico del Instituto del dolor de cabeza de Westport, Connecticut.
Otros síntomas neurológicos
Sin embargo, esos síntomas suelen ser solo la punta del iceberg neurológico. Los reportes de todo el mundo muestran un espectro de problemas relacionados con el cerebro que puede causar el coronavirus, que incluyen:
- Mareos
- Pérdida de consciencia
- Convulsiones
- Fatiga
- Pérdida de memoria
- Migraña
- Cambios de comportamiento
- Alteraciones del estado de ánimo
- Pérdida de equilibrio y control muscular
- Neuropatía (entumecimiento en las extremidades, generalmente las manos y pies)
- Derrame cerebral (coágulo de sangre en el cerebro)
- Hemorragia cerebral (sangrado en el cerebro)
- Encefalitis (inflamación o hinchazón del cerebro)
- Delirio (que implica confusión, deterioro de la conciencia, desorientación, falta de atención, agitación y otros problemas cognitivos)
- Parálisis
A menudo, estos síntomas neurológicos son nuevos y se desarrollan como resultado del COVID-19. La revista Nature detalló los síntomas de la psicosis en una mujer de unos 50 años que veía leones y monos en su casa y acusó a su esposo de ser un impostor.
“A veces, sin embargo, el COVID-19 puede empeorar las condiciones neurológicas preexistentes”, dice el Dr. Florian P. Thomas, MD, PhD, presidente fundador de Neurología y presidente del Departamento de Neurología e Instituto de Neurociencias de la Escuela de Medicina de Hackensack Meridian en Hackensack, Nueva Jersey. “La migraña y niebla mental se incluyen en ambas categorías.
“Por lo general, los síntomas neurológicos más graves como mareos, confusión y parálisis tienden a ocurrir en personas mayores, que tienen condiciones preexistentes, como insuficiencia renal, insuficiencia hepática, hipertensión, diabetes y obesidad, y que han sufrido un derrame cerebral o convulsiones en el pasado”, dice el Dr. David Altschul, MD, Jefe de la División de Neurocirugía Cerebrovascular y director Quirúrgico del Centro Integral de Montefiore para el Cuidado de Derrames Cerebrales en el Centro Médico de Montefiore en el Bronx, Nueva York, en esta entrevista en video.
Si tienes algunos de estos síntomas neurológicos más graves del COVID-19 es extremadamente importante que vayas al hospital de inmediato porque pueden ser señales de que estás teniendo un derrame cerebral y se requieren pruebas importantes que solo se pueden realizar en el hospital.
El impacto de las condiciones inflamatorias crónicas en los síntomas cerebrales
Algunos de los síntomas neurológicos asociados con el COVID-19 los experimentan comúnmente personas con artritis inflamatoria y otras condiciones inflamatorias o autoinmunes.
Por ejemplo, la fatiga es un síntoma incapacitante en las condiciones inflamatorias crónicas, como la artritis reumatoide (AR), el síndrome de Sjögren, lupus y esclerosis múltiple. También lo son los problemas con la memoria, concentración y pensamiento lento, también denominados disfunción cognitiva o confusión mental.
Por sí solas, estas condiciones inflamatorias también pueden aumentar el riesgo de desarrollar síntomas neurológicos. El riesgo de derrame cerebral es mayor en la mayoría de las enfermedades reumáticas en comparación con el de la población en general, particularmente en las personas mayores de 50 años. La artritis reumatoide y lupus aumentan el riesgo de derrame cerebral hasta en un 100 por ciento en relación con la población general.
Conclusión: es importante ser consciente de tus síntomas e informar a tu médico sobre cualquier síntoma nuevo o cualquier cosa que empeore. Ellos pueden aconsejarte qué hacer según tu historial médico.
Por ejemplo, dados los reportes de pérdida del olfato y gusto que se presentan como síntomas tempranos del COVID-19, se realizan pruebas específicas para la pérdida del olfato y gusto, que puede ocurrir con enfermedades como el Parkinson y esclerosis múltiple, así como con la obesidad, diabetes e hipertensión. La presión arterial, todas las cuales son comorbilidades de condiciones inflamatorias crónicas, pueden ofrecer el potencial para la detección temprana de la infección por el COVID-19.
Cómo afecta el COVID-19 al cerebro
La forma en que el COVID-19 afecta el cerebro es un área activa de investigación, pero se cree que actúa de varias formas:
Infección viral
“El virus que causa el COVID-19 puede penetrar el cerebro y todo el sistema nervioso a través de un receptor muy específico”, explica la Dra. Kuruvilla. Este receptor, la enzima convertidora de angiotensina 2, es muy similar a los receptores en los pulmones que han servido como puertas de entrada para que el coronavirus ataque las células allí. Se cree que la alteración del sentido del olfato y/o del gusto que experimentan las personas con el COVID-19 es el resultado de la propagación del virus al cerebro a través de la nariz.
Más preocupante es un nuevo estudio que encontró que el virus puede infectar neuronas (células cerebrales) y luego usar la maquinaria de estas células para replicarse. Esto puede conducir a una disminución del suministro de sangre que potencialmente puede interrumpir el suministro de oxígeno al cerebro, causando daño tisular localizado y muerte celular que pueden estar asociados con algunos de los síntomas neurológicos que aparecen con el COVID-19. Incluso por sí mismos, los niveles bajos de oxígeno pueden afectar negativamente el tejido cerebral y provocar confusión, coma o daño cerebral permanente.
Reacción exagerada del sistema inmunológico
El sistema inmunológico normalmente reacciona a un virus produciendo citocinas, proteínas que ayudan a coordinar la respuesta del cuerpo contra las infecciones al desencadenar la inflamación. Las citocinas matan las células para evitar que el virus se replique. Aunque esto es bueno en términos de combatir el COVID-19, la liberación de citocinas es una vía que se cree que desencadena neuronas sensoriales que pueden causar dolor de cabeza, incluido el que a menudo acompaña a la migraña.
Y, a veces, el sistema inmunológico no se apaga una vez que se controla el virus. En cambio, se acelera y libera niveles incontrolados de citocinas que provocan una respuesta inflamatoria intensa y extendida. Esta “hiperinflamación”, conocida como tormenta de citocinas, puede causar más daño que el virus en sí, causando graves daños o incluso ser fatal para los pacientes.
La encefalitis relacionada con el COVID-19, o inflamación del cerebro, es un ejemplo de este tipo de movilización excesiva del sistema inmunológico, en la que el cuerpo ataca por error su propio tejido cerebral.
También se cree que la inflamación persistente puede desencadenar un episodio agudo de delirio, que “a veces está relacionado con que las personas no se den cuenta de lo enfermas que están realmente”, dice el Dr. Thomas. El delirio está siendo reconocido como un síntoma común del COVID-19, particularmente en pacientes mayores, donde puede ser el primer o único signo de la enfermedad, pero también en personas más jóvenes. Con el tiempo, puede hacer que las neuronas y células cerebrales se deterioren, provocando daños cognitivos.
Anomalías en la coagulación de la sangre
“El COVID produce mucha inflamación, incluso en los vasos sanguíneos y en las células sanguíneas pegajosas”, explica el Dr. Thomas. La tendencia exagerada de la sangre a obstruirse podría bloquear o estrechar las arterias que conducen al cerebro, provocando un derrame cerebral, una interrupción del suministro de sangre al cerebro.
Los accidentes cerebrovasculares ocurren raras veces en los casos del COVID-19, en alrededor del 2 al 3 por ciento de las personas infectadas, y principalmente en personas en estado crítico. Dicho esto, la investigación muestra una mayor asociación entre el COVID-19 y el derrame cerebral en personas más jóvenes (menores de 50 años) sin factores de riesgo típicos, a veces con solo síntomas respiratorios leves. Esto puede tener que ver con la capacidad del coronavirus para atacar las células endoteliales que recubren los vasos sanguíneos, provocando una inflamación que puede aumentar el riesgo de coágulos sanguíneos. El sistema endotelial es biológicamente más activo en los pacientes más jóvenes, y la combinación de endotelio hiperactivo y sistemas de coagulación sanguínea pone a estos pacientes en mayor riesgo de desarrollar coágulos sanguíneos, de acuerdo con Johns Hopkins.
Factores psicológicos
“Una infección por el COVID-19 tiene expectativas de ser una enfermedad grave, por lo que es un evento traumático importante, especialmente si un paciente necesita permanecer en el hospital y no tiene seres queridos cerca para consolarlo”, el Dr. Omar Danoun, MD, a neurólogo del Sistema de Salud de Henry Ford en Detroit, Michigan, explicó en una entrevista reciente.
Esta experiencia puede causar un trastorno de estrés postraumático. Los síntomas que vemos en estos pacientes con el COVID-19 son similares a los que vemos en los sobrevivientes con trastorno de estrés postraumático: tienen confusión, pérdida de memoria, ansiedad o depresión”.
Qué significa esto si tienes una enfermedad crónica que afecta el cerebro
Las personas con condiciones crónicas que afectan el cerebro reportan un empeoramiento significativo de su condición, tanto en gravedad como en frecuencia, si contraen el COVID-19.
“El COVID-19 lanza una respuesta inflamatoria de citocinas dentro del cuerpo, empeorando las condiciones que se ven afectadas por la inflamación, como migraña, artritis y fibromialgia”, dice la Dra. Kuruvilla. Los síntomas de estas condiciones empeoran debido a esta tormenta inflamatoria, lo que dificulta el tratamiento del dolor. El uso de analgésicos nerviosos puede ser útil en estos casos, ya sea que sean causados o empeorados por el COVID-19.
Otros detalles sobre el impacto del COVID-19 en varias condiciones crónicas subyacentes:
- Depresión: las personas reportan que se sienten más deprimidas e indefensas después de enfermarse.
- Esclerosis múltiple: la recuperación del COVID-19 para aquellos con esta enfermedad autoinmune ha sido más lenta.
- Enfermedad de Parkinson: es muy común que los síntomas de la enfermedad de Parkinson empeoren cuando las personas desarrollan otra enfermedad. Por ejemplo, las personas con Parkinson que desarrollan el COVID-19 pueden tener más dificultad de lo normal para caminar.
“Los síntomas neurológicos de diversos tipos pueden ocurrir con cualquier gravedad del COVID-19”, dice el Dr. Thomas. “Conozco personalmente a cuatro personas que sufrieron alteraciones del sentido del olfato y gusto como únicas manifestaciones. Por otro lado, vemos más derrames cerebrales relacionados con el COVID en personas que están bastante enfermas”.
Él todavía no ha visto manifestaciones relacionadas con el COVID en personas que no tuvieron problemas neurológicos durante la infección aguda, pero que los desarrollaron más tarde. “Debido a lo mucho que hemos aprendido en los últimos meses sobre esta condición, no me sorprendería ver a estos pacientes en el futuro”.
“Muchas personas, en particular aquellas con síntomas leves que nunca ingresan en un hospital, se recuperan rápida y completamente del COVID-19”, dice el Dr. Thomas. Otros, conocidos como “transportadores de larga duración”, pueden experimentar fatiga, tristeza y problemas de memoria que pueden persistir.
Los estudios han encontrado que al menos la mitad de las personas que se recuperan del COVID-19 continúan sufriendo síntomas neurológicos durante meses.
Cómo mantenerse seguro y protegerse
Incluso si aumenta la tasa de vacunación de las personas, aún puede pasar un tiempo antes de que puedas obtener la vacuna, e incluso entonces, podrían pasar meses hasta que la propagación disminuya. Mientras tanto, es importante tomar precauciones adicionales, especialmente si padeces condiciones subyacentes que pueden ponerte en mayor riesgo de desarrollar el COVID-19 y síntomas cerebrales asociados. Esto es lo que debes hacer:
Protégete de contraer el COVID-19
Evitar el contacto con el COVID-19 es clave para proteger tu salud. Es importante hacer todas las cosas que probablemente ya hayas estado haciendo (o deberías haber estado haciendo) para reducir la posibilidad de contraer o propagar el virus:
- Obtén la vacuna del COVID-19 cuando esté disponible para ti
- Usa un cubrebocas que cubra tu nariz y boca. Esto te protegerá a ti y a los demás.
- Practica el distanciamiento social. Por ahora, los expertos dicen que debes asumir que todas las personas con las que te encuentras en tu vida diaria podrían estar infectadas con el coronavirus: hasta la mitad de las personas que dan positivo en la prueba del virus no tienen síntomas y, según una nueva investigación, más de la mitad de la transmisión proviene de personas asintomáticas. Esto hace que sea muy importante quedarse en casa si es posible, evitar reuniones y viajes no esenciales, y mantenerse al menos a seis pies de distancia (aproximadamente dos brazos) de las personas que no viven en tu hogar, tanto en espacios interiores como exteriores.
- Lávate las manos frecuentemente con agua y jabón durante al menos 20 segundos o usa un desinfectante de manos con al menos un 60 por ciento de alcohol.
Vacúnate contra la influenza
La influenza puede hacerte más susceptible a la infección por otros patógenos, incluido el COVID-19. “De hecho, muchas de las muertes de la pandemia de la influenza del 1918 probablemente se debieron a la neumonía estafilocócica además de la neumonía por la influenza”, dijo en este artículo recientemente el Dr. George Rutherford, MD, epidemiólogo de la Universidad de California en San Francisco.
La vacunación contra la influenza es una herramienta de prevención particularmente importante para aquellos con problemas de salud subyacentes que ya son susceptibles tanto a la influenza como al COVID-19. El mejor momento para vacunarse contra la influenza es a principios de la temporada de la influenza, pero nunca es demasiado tarde: la actividad de la influenza alcanza su punto máximo entre diciembre y febrero, pero la actividad puede durar hasta mayo, según los CDC.
Mantente al tanto de las señales de advertencia del COVID-19
Es posible que estés familiarizado con los síntomas respiratorios/similares a los de la influenza del COVID-19, que incluyen fiebre, tos, fatiga y dificultad para respirar. Además, presta atención a los posibles síntomas neurológicos.
“Cualquier cambio en los dolores de cabeza, nuevos dolores de cabeza o nuevos tipos de dolores de cabeza intensos y continuos debe hacer que los pacientes se comuniquen con sus médicos para considerar un diagnóstico del COVID-19”, aconseja la Dra. Kuruvilla. Cualquier síntoma nuevo de pérdida del olfato o gusto también debe ser una señal de advertencia de la enfermedad. “Estos tres síntomas son las manifestaciones neurológicas más frecuentes y deberían impulsar una evaluación médica inmediata. La detección temprana de déficits neurológicos puede conducir a mejores resultados clínicos. También puede ayudar a prevenir una mayor transmisión de la enfermedad.
Adoptar o mantener buenos hábitos de salud
“Siempre es esencial controlar la presión arterial, diabetes y cualquier otro problema de salud subyacente que puedas tener”, aconseja el Dr. Danoun. “Evita fumar y tomar alcohol. Trata de seguir una dieta saludable y descansar lo suficiente. Si contraes el COVID-19, todas estas cosas crearán un ambiente nutritivo para que tu cuerpo se recupere”.
Dar prioridad al sueño es muy importante, ya que muy poco sueño puede debilitar tus defensas contra un virus. Mientras esperas la oportunidad de recibir la vacuna del COVID-19, es útil saber que el sueño también puede optimizar la respuesta de tu sistema inmunológico a una vacuna, en parte porque es un gran reductor del estrés, y el estrés puede obstaculizar la respuesta inmunitaria del cuerpo. Un estudio encontró que la vacuna contra la influenza parece ser más efectiva (las respuestas son más rápidas, más sólidas y duraderas) en personas que duermen lo suficiente durante las dos noches anteriores a recibir la inyección, y otros estudios han realizado hallazgos similares en respuesta a otras vacunas.
“Finalmente, habla con tu médico sobre qué suplementos vitamínicos son importantes para ti”, sugiere la Dra. Kuruvilla. Algunos estudios, aunque ciertamente no todos, han demostrado que los niveles bajos de vitamina D pueden dejarte más vulnerable al COVID-19 y provocar una enfermedad más grave.