Si tienes una condición reumática, mantener la condición lo mejor controlada posible, es decir, una baja actividad o remisión de la condición, es ideal por muchas razones. La baja actividad de la condición generalmente se traduce en menos dolor, menos fatiga y menos problemas para realizar las actividades diarias. También reduce las posibilidades de desarrollar complicaciones graves, como condiciones cardiovasculares.

Una nueva investigación se suma a la lista de beneficios importantes que se obtienen al tener su condición bajo buen control: un menor riesgo de morir por COVID-19.

El estudio, publicado en la revista Annals of the Rheumatic Diseases, se basa en datos de COVID-19 Global Rheumatology Alliance, un registro internacional que ha estado recopilando datos sobre pacientes con condiciones reumáticas con COVID-19 desde marzo de 2020. Este estudio en particular se centró en los datos recopilados entre marzo y el 1º de julio de 2020, y tuvo como objetivo responder una pregunta de importancia clave tanto para los pacientes como para los médicos: ¿Qué factores aumentan las posibilidades de que un paciente con condición reumática muera por COVID-19?

Primero, es bueno aclarar que las personas con condiciones reumáticas que se llegan a infectar con el coronavirus les va bien. Aproximadamente el 90 por ciento de las 3.729 personas en este estudio que desarrollaron COVID-19 sobrevivieron, y esto fue en la primavera y el verano del 2020, antes de que muchos médicos usaran los tratamientos para pacientes hospitalizados que se utilizan en la actualidad.

Los miembros del grupo que murieron a causa del COVID-19 tenían más probabilidades de tener factores de riesgo que hacen que el COVID-19 sea más mortal para la población general: eran más propensos a ser hombres mayores, y tenían condiciones comórbidas como hipertensión, condiciones cardiovasculares, condición pulmonar, condición renal y diabetes.

En cuanto a los factores específicos de la condición reumática, los investigadores encontraron que los pacientes con una actividad de la condición de moderada a alta tenían una probabilidad significativamente mayor de morir por COVID-19 en comparación con aquellos cuya actividad de la condición era baja.

Tomar dosis altas de corticosteroides (más de 10 mg por día de prednisona o equivalente) también se asoció con un mayor riesgo de mortalidad, al igual que tomar los medicamentos modificadores de la enfermedad rituximab, sulfasalazina y algunos inmunosupresores (azatioprina, ciclofosfamida, ciclosporina, micofenolato o tacrolimus).

Estos hallazgos pueden parecer alarmantes si tu condición no está actualmente en remisión o si tomas uno de los medicamentos mencionados anteriormente, considera lo siguiente: “Dado que nuestro estudio es observacional, se debe evitar la interpretación causal de los resultados”, dice el reumatólogo y coautor del estudio Dr. Pedro. Machado, MD, profesor asociado del University College London. En otras palabras, no hay pruebas de que la alta actividad de la condición directamente o cualquier medicamento específico haga que el COVID-19 sea más letal.

Existen algunas razones por las que ciertos medicamentos pueden ser problemáticos. Se sabe que la azatioprina, la ciclofosfamida, la ciclosporina, el micofenolato y el tacrolimus suprimen la respuesta inmunológica de manera significativa, por lo que a veces los receptores de trasplantes de órganos los utilizan. “El rituximab se une a CD20 [una proteína] en la superficie de las células B, agotando eficazmente este tipo de células, lo que podría comprometer potencialmente la inmunidad antiviral, incluido el desarrollo de anticuerpos [contra el coronavirus]”, explica el Dr. Machado.

Sin embargo, el uso de sulfasalazina y el mayor riesgo de mortalidad fue una sorpresa. “Generalmente se considera que la sulfasalazina tiene un efecto inmunosupresor bajo. Sin embargo, esta asociación también ha sido reportada en otro registro”, dice el Dr. Machado.

También es posible que los usuarios de sulfasalazina tuvieran peor salud antes de contraer el coronavirus. “Aunque hicimos varios análisis para tener en cuenta la interacción entre variables, esta posibilidad aún existe”, dice el Dr. Machado. “Por ejemplo, el bajo efecto inmunosupresor percibido de la sulfasalazina puede haber llevado a los reumatólogos a prescribir preferentemente sulfasalazina sobre metotrexato en pacientes que se percibían como de mayor riesgo, por ejemplo, pacientes con condición pulmonar, tabaquismo o infecciones recurrentes del pecho”.

De ser cierto, esto significaría que las personas que estaban más enfermas tenían más probabilidades de tomar sulfasalazina, y no al revés.

La conclusión clave de este estudio es que, en realidad, los pacientes con menor actividad de la condición parecen tener mejores resultados si contraen COVID-19.

Las personas que usan uno de los medicamentos asociados con un mayor riesgo de complicaciones deben discutir cualquier inquietud que tengan con su médico, asegurarse de que su condición esté lo mejor controlada posible debe seguir siendo la máxima prioridad.

“La mayoría de los medicamentos antirreumáticos no se asociaron con la muerte relacionada con el COVID-19, y las personas con condiciones reumáticas deben continuar tomando sus medicamentos a menos que los que administran su atención les indiquen lo contrario”, dice el Dr. Machado. “Debe prevalecer el control de la actividad de la condición”.